Por Fernando Palomino Milla. La difícil coyuntura política no debe ser motivo para no pensar estratégicamente en materia de seguridad y defensa, una labor que es permanente. Aceptando que la defensa nacional es una política pública, es deber de los poderes Ejecutivo y Legislativo dedicar esfuerzos para contar con una política de defensa con el monopolio de la violencia y un aparato coercitivo adecuado, en el que el empleo de las FF.AA. sea la última ratio una vez se hayan agotado los canales diplomáticos y todas las vías pacíficas.